miércoles, 31 de octubre de 2012

Felicidad y sufrimiento.

Sufrimiento manifiesto, subyacente, cambio de sufrimiento. Identifiquemos primero el sufrimiento para saber dónde buscar la felicidad.
Para entender que es la felicidad, es importante entender también qué es el sufrimiento.
Si sondeamos en nuestros estados de ánimo diarios, veremos que son cambiantes. Lo importante es detectar si el hilo conductor entre todos estos estados es bienestar o, por el contrario, incomodidad permanente.
Prestemos atención a los diferentes tipos de sufrimiento y observemos si son las circunstancias las que se imponen en nuestra vida o contamos con un estado de bienestar personal que acoge de buena gana a las visitas del sufrimiento, ineludibles en la existencia humana.
Tipos de sufrimiento.
Podemos definir el sufrimiento como un estado de ánimo caracterizado por el malestar.
Hay tres tipos de sufrimiento:
1. El sufrimiento manifiesto. Es aquél que sentimos cuando nos duele algo, física o emocionalmente: la espalda, la molestia de las diarreas, la cabeza, enfados, etc... Cualquier tipo de malestar manifiesto.
2. El sufrimiento del cambio. Cuando nos deja de doler lo que antes nos dolía tanto. Resulta un alivio y parece, por un momento, que somos felices, pero en realidad sólo está cambiando el sufrimiento anterior por otro que se manifestará enseguida.
Ejemplos: sufrimiento de no tener pareja/consigues pareja-alivio-"felicidad"/sufrimiento de tener pareja. Se cambia el sufrimiento.
En la práctica, éste es el tipo de felicidad que solemos conocer comúnmente: cuando algo nos deja de doler o conseguimos lo que queremos. Pero no es más que un alivio y enseguida aparece el sufrimiento del cambio.
En realidad no es más que un cambio de sufrimiento.
3. El sufrimiento subyacente. Es esa molestia sutil e inconsciente que está casi todo el tiempo, porque hace frío, calor, tengo hambre, sed, cansancio, nos apreta el pantalón, estam@s gord@s,  etc. E$s el sufrimiento inherente a la condición humana que experimentamos.
En ninguno de esos tres espacios se puede manifestar la felicidad auténtica.
La felicidad (que siempre está ahí, dentro del ser humano, reinando en su isla de paz, interior) sólo se manifiesta cuando la desenterramos de todos los engaños, exigencias y condiciones externas. Entonces, descubrimos que está siempre y no depende de condiciones externas. Este tipo de bienestar acepta las visitas de las condiciones externas y las deja pasar.
La felicidad no desaparece cuando llega una visita-condición-molestia, para regresar cuando ésta se va. (No sería una buena dueña de casa...) La alegría de la paz interior permanece siempre, con visitas o sin ellas. Esa es la única felicidad real.
Lo demás (alivios) sólo son diferentes versiones o manifestaciones del sufrimiento.
Desarrollar un sentimiento de felicidad auténtico y permanente sólo depende de ti.
Cultivar la felicidad.
¿A qué dedicamos la mayor parte de nuestra vida? Probablemente, a asegurarnos el bienestar material (posesiones, poder, una buena imagen...); a ocuparnos de nuestra familia, de las relaciones sociales; al cuerpo (compras, vestidos, alimentación, embellecimiento...). Todas estas condiciones pueden contribuir a nuestro bienestar pero no son la causa de nuestra felicidad.
¿Qué es lo que sí puede ser causa profunda de bienestar y felicidad?
Nuestra habilidad para mantener paz mental en cualquier circunstancia (incluso en el dolor físico), nuestra capacidad de concentración, nuestra aceptación (que nos haga fácil soltar en cada pérdida), nuestra capacidad de amor y compasión, que nos conecte con nuestro entorno, incluidos todos los seres. La alegría.
Ésas son las habilidades que nos ayudan a vivir una buena vida, con significado y feliz.
Obtener una maestría en estas habilidades no es más difícil que conseguir todas las posesiones, carreras, oposiciones, la casa de nuestros sueños, el coche más rápido o la pareja que creemos que nos hará feliz, todas esas cosas que sí se llevan tu tiempo y energía y, sin embargo, no nos garantizan la felicidad (por el contrario, sí constituyen una buena fuente de preocupaciones).
No se trata de abandonar todas las demás cosas, obviamente, pero sí es importante restablecer prioridades y reorganizar nuestro tiempo y energía, para dedicarle algo más de atención a las cosas que sí tienen el poder de hacernos felices (nuestra capacidad interior de paz, amor, concentración, alegría, comprensión).
Piénselo
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene







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Cariños y sonrisas