viernes, 12 de octubre de 2012

Abrirse al amor.


El amor no podemos encontrarlo fuera. Es algo que sólo podemos generar dentro y dejar que se proyecte fuera.
Quizás sea lo más difícil, el punto de partida. ¿Cómo abrirse al amor, a la felicidad, al disfrute profundo, cuando nos pasamos el día ocupados en resolver cuestiones, la mayor parte de ellas de supervivencia cotidiana, como si la vida consistiera, básicamente, en una mera batalla diaria? Pero la vida es algo más que una lucha; la vida es, en esencia, un "estar". Y eso es lo que vamos a descubrir en nuestra búsqueda de la felicidad.
Claves para abrirse al amor
Reconocer que no estamos separado sino que formamos parte de nuestro entorno.
Uno de los grades errores que hemos aprendido es que somos seres separados e independientes del resto (de las demás personas, animales, el planeta, etc.).
Esta creencia potencia la competitividad, la explotación y manipulación del entorno (personas incluidas) y, en última instancia, el miedo.
Si nos sentimos parte de la red de la vida, reduciremos nuestro egoismo y nuestra importancia personal y actuaremos para el bien general. Y esto es clave para el buen funcionamiento de nuestras relaciones, el cuidado del entorno y nuestro bienestar personal.
Identifiquemos nuestro proyecto de vida.
Seguramente queremos llegar a nuestra vejez con la sensación de estar viviendo una vida con significado, y no mirar atrás y sentir que hemoss hecho una ruta sin rumbo ni sentido. Parémonos a pensar en el significado de la vida, identifiquemos nuestras prioridades y marquemos objetivos de acuerdo a nuestros valores personales. Con el tiempo, revisémoslos y, si es necesario, introduzcamos cambios. Vivamos con consciencia, con el convencimiento de estar viviendo nuestra propia vida.
Diferenciar entre lo urgente, lo necesario y lo importante.
Aprendamos a parar. Identifiquemos a qué le estamos dedicando la mayor parte de nuestro tiempo, energía, pensamientos, etc. Todas esas cosas tan urgentes y aparentemente inevitables a las que dedicamos nuestra vida, ¿son realmente importantes, dentro de nuestro proyecto de vida? ¿Son coherentes con ese proyecto de vida, contribuyen a nuestros objetivos? ¿Son necesarias? Si la respuesta es "sí": enhorabuena. Si es "no": nuestra agenda necesita una buena reestructuración y, cuando lo hagamos, asegurémonos de que las cosas a las que dedicas nuestro tiempo, las cosas urgentes, son realmente importantes y necesarias.
Acostumbrémonos a ver a los demás seres como iguales.
En nuestra familia, todas las personas son importantes y deseamos la felicidad de todas ellas. Y lo mismo con nuestras amistades, si les amamos de verdad. La persona que nos vende el pan; las madres con las que nos cruzamos a la salida de la escuela de nuestros hijos; nuestros compañeros de trabajo; el jefe que exige de nosotros más de lo que podemos dar, todas aspiran a lo mismo que nosotros, básicamente: a ser felices. Y todas estas personas a veces aciertan (y son felices y es un placer estar a su lado) y a veces se equivocan (y se enfadan y hacen daño, queriendo o sin querer), exactamente igual que nosotros. Es una suerte ser imperfecto, porque así podemos comprender mejor las imperfecciones de los demás, aun cuando son diferentes. Miremos a las demás personas como iguales: seres que buscan la felicidad y a veces se pierden en el camino.
Aprendamos a aceptar.
Aceptar no significa resignarse. La resignación no acepta: no le gustan las cosas como son y simplemente se "fastidia" con la sensación de impotencia, victimismo, etc. Nada sano. La aceptación no huye ni niega la realidad; ve las cosas como son (acepta) y realiza los cambios que se puedan realizar para mejorar las condiciones. Acepta lo que hay y lo carga de significado para seguir creciendo. Incluso el dolor, cuando llega; lo afronta y le da un significado. De esta manera, el dolor nunca es gratuito o una experiencia desperdiciada sino que se hace transcendente. ¿nos resulta contradictorio? Para ser feliz de verdad no podemos tener adicción al bienestar, a que las cosas sean siempre como nosotros deseamos; la felicidad profunda y definitiva comprende que a veces nos tocará afrontar situaciones incómodas o no deseadas, porque forman parte de la vida humana, y se abre a ellas cuando llegan, las utiliza para crecer y las deja pasar.
Dependamos sólo de una mente feliz.
Consideremos las cosas que ocurren en nuestra vida como anécdotas o prácticas de aprendizaje, disfrutemos de ellas: las que nos gustan y las que no nos gustan. Todas tienen la misma función: hacernos crecer, enseñarnos a ser feliz. Que nuestra felicidad dependa sólo de nuestra mente feliz. Y, a partir de ahí, afrontemos lo que tengamos que afrontar con alegría.
Hagamos conscientes del amor que sentimos, hagámoslo visible.
Reconozcamos cada vez que se manifiesta nuestro amor: por detrás de un gesto amable con otra persona, cuando sonreímos, cuando miramos a un bebé, cuando disfrutamos de una comida o una conversación con nuestra pareja o nuestra amiga, cuando contemplamos un paisaje, una obra de arte o un objeto inspirador.Visibiliemos nuestro amor. Cada vez que somos consciente de él, le damos más fuerza.
Y, de la misma manera, apreciemos los gestos de amor (amabilidad, consideración) de las demás personas. Es el mismo amor que habita la vida, en circulación.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene






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Cariños y sonrisas